26-6-2018
Publicado originalmente en Batseñales.
Marvel se pone seriota.
A menudo, las mentes más influenciables por las modas confunden el término “novela gráfica” con el concepto de cómic independiente, de autor o “para adultos” y lo usan como escudo para excusar el hecho de que leen cómics como hacemos todos, intentando conferirle un aspecto más intelectual y bohemio. Nada más lejos de la realidad, “novela gráfica” no es más que un término de formato editorial que viene a significar un cómic autoconclusivo, publicado en forma de tomo, que no pertenece a ninguna publicación en forma de serie periódica y con una duración mucho mayor a la de un capítulo de una serie en formato de grapa.
Sabedores de esta habitual confusión que empezó a darse en los 80, los gerifaltes de las editoriales más centradas en superhéroes decidieron demostrarnos que ellos también podían sacar historias en formato de novela gráfica y conferirles además un tono más profundo y adulto, para acercarlas al concepto del cómic indie que estaba empezando a asociarse a dicho formato de edición. Así es como nació Marvel Graphic Novels de la mano del editor Jim Shooter, dando lugar a obras aclamadas por el público y la crítica como el famoso ensayo sobre los peligros del fanatismo religioso ‘X-Men: Dios ama, el hombre mata‘ –obra cumbre de la que ya os hablaré otro día con más calma-. Y, dentro de esa línea, uno de los títulos más emblemáticos fue precisamente La Muerte del Capitán Marvel.
El personaje que antaño fuera uno de los mayores símbolos de la editorial –por algo llevaba su nombre– estaba en horas bajas a principios de los 80, en una época en que todo el sector cósmico marvelita había quedado relegado al olvido por parte de una base de fans que centraba toda su atención en todo lo relacionado con mutantes y pasaba del resto. El mítico autor Jim Starlin recibió el encargo de acabar de una vez por todas con las andanzas del guerrero kree Mar-Vell y decidió hacerlo por todo lo alto: matándolo y anunciándolo abiertamente en el título de la propia novela gráfica.
‘La Muerte del Capitán Marvel‘ no es una historia de acción y aventuras, sino un relato introspectivo sobre un gran héroe que ha sido capaz de enfrentarse a las mayores amenazas cósmicas y descubre ahora su impotencia ante el más inesperado e invencible enemigo: el cáncer. Un tema tan peliagudo y doloroso no era algo que se tratase a menudo en los cómics por entonces, pero Starlin decidió enfrentarlo de frente y sin eufemismos ni alivios de ningún tipo.
Una historia que se centra sobre todo en las reacciones emocionales del propio Capitán Marvel y de la gente que le rodea, potenciando por encima de todo el concepto de la inevitabilidad de la muerte, la idea de que nadie está a salvo de una enfermedad repentina, ni siquiera la persona a la que creemos más fuerte, ni siquiera la persona a la que más queremos. Prima por encima de todo la impotencia del protagonista, esa forma de mostrárnoslo como un simple mortal más, indefenso ante algo que no comprende y no puede derrotar con sus puños. Es sobrecogedora esa viñeta en que Drax le dice que la muerte no es tan mala y Mar-Vell le responde que no la espera con ansias, en la que comprendemos que, aunque el Capitán sea un valeroso héroe y haya aceptado su destino, sigue estando muerto de miedo e inseguridad al respecto. Nunca se le había mostrado tan humano, cercano e identificable con cualquiera de nosotros como en este momento.
Y es que, parafraseando a La Bestia en un momento de la historia: “Por si no lo has notado, bajo estos trajes de fantasía y estos llamativos poderes, se esconden hombres y mujeres mortales. Ninguno de nosotros puede decir cómo va a terminar su vida”.
El homenaje a los grandes momentos de la vida del Capi es constante y emotivo, así como el tremendo desfile de estrellas invitadas que vienen a mostrar sus respetos y su apoyo al mayor héroe del universo en sus últimos momentos. Las reacciones emocionales de Spider-Man y de Rick Jones son dignas de mención por lo bien escritas que están. Y emociona como nunca ver que hasta el temible Thanos viene a mostrar su respeto y admiración hacia el que fuera su mayor enemigo, al que un rival conceptual mucho más feroz que él ha conseguido derrotar al fin.
El dibujo de Starlin es muy cuidado y detallista en esta ocasión, con tinta de Al Milgrom que refuerza su poderoso trazo y color de alta calidad de Steve Oliff. Panini ha reeditado esta obra maestra en un tomo de lujo con encuadernación de tapa dura y respetando al máximo el formato original y la calidad del color.
Una muerte que simbolizó un violento cambio en el paradigma de la forma de narrar y nos dejó claro que los cómics de superhéroes habían dejado para siempre de ser cosa de niños. La caída de un héroe que, por respeto al enorme impacto que tuvo esta historia, ningún guionista se ha atrevido a resucitar jamás. Una obra redonda de principio a fin.